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Consejo

Reflexiones abiertas en tiempos de malestares

miércoles 20 de noviembre de 2013 XII Congreso Estatal del Trabajo Social

Texto elaborado por el comité científico del XII Congreso Estatal del Trabajo Social y leído en el acto de clausura por Amparo Porcel

Está a punto de finalizar nuestro Congreso Profesional de Trabajo Social. Lo que todos hemos vivido estos días puede resumirse en el siguiente titular: LOS DERECHOS SOCIALES SON UNA REALIDAD QUE TIENE QUE ESTAR MÁS ALLÁ DEL JUEGO DE LOS MERCADOS. UNA REALIDAD QUE HAY QUE CONQUISTAR DÍA A DÍA. UNA REALIDAD QUE DEJÓ DE SER UTOPÍA GRACIAS AL TRABAJO DE MUCHOS PROFESIONALES COMO LOS TRABAJADORES SOCIALES.

Estamos inmersos en una realidad social cambiante y marcada por la incertidumbre. Pero ¿de qué cambios estamos hablando?

El trabajo social no nació para hacer de las utopías realidades, sino para que la justicia social impregnara un vivir cotidiano que siempre ha estado marcado por la desigualdad. Eso no es una utopía, más bien es una lucha que ha recorrido y recorre la historia de todas las sociedades.

La II República fue un canto de esperanza, pero hubo que esperar a la Constitución de 1978 para sentar las bases de un Estado de Bienestar que no es algo estático, sino una realidad cambiante que continuamente tiene que adaptarse a los tiempos.

Ahora bien, adaptarse no significa renunciar a conquistas que han dado sentido y significado a la profesión.

Vivimos en un tiempo marcado por:

- El predominio del mercado sobre la cuestión social. ¿Hasta qué punto dejamos de ser humanos cuando nos dedicamos a cuantificar mercantilmente relaciones existenciales?

- La corrupción de la democracia representativa. ¿Alguien de los aquí presentes se siente identificado con una clase política que se parece más a una casta?

- La aniquilación de la solidaridad por el predominio de la competencia. ¿No será que el mérito y la capacidad son envoltorio de un egoísmo soterrado de élites que no están dispuestas a renunciar a sus privilegios?

- Los procesos de externalización, que no son otra cosa que el retroceso del estado para favorecer el enriquecimiento de unos cuantos.

- Una nueva moral, que algunos llaman neoliberal pero, que es tan vieja como el propio mundo y sus miserias. ¿Por qué en vez de moral no hablamos de pillaje, saqueo, robo? Y todo ello con guante blanco.

En resumen, lo público, que algunos han gestionado como si fuera privado, está estigmatizado. Lo privado se convierte en símbolo de eficacia y eficiencia. Una vez más asistimos a la conversión de los vicios privados en virtudes públicas.

Por lo que respecta a los servicios sociales, la manifestación más clara y concreta de este espíritu que impregna tanto al sistema como a los mundos vitales es la Ley de reforma de las administraciones locales. Una ley que supone un tiro en la línea de flotación a toda una seria de conquistas que, más allá de la lógica estado/mercado, han jalonado la segunda mitad del siglo XX.

Algún filósofo dijo que no se piensa lo mismo en un palacio que en una choza. Estamos en Marbella, en el Palacio de Congresos, pero desde este lugar y desde este entorno, seguimos luchando por lo que han sido los valores de nuestra profesión: justicia social, autonomía de las personas, solidaridad e igualdad. Todos ellos pilares sobre los que construir un bien común que es resultado de una unión de fuerzas y solidaridades encaminadas hacia una sociedad mejor.

El futuro se ha hecho presente, y a lo largo de estos días, gracias a buena parte de las aportaciones de compañeros y compañeras, hemos podido entrever cuáles son las tendencias de futuro de la profesión.

Se ha hablado de nuevas capacidades, de nuevos escenarios laborales, de nuevas formas organizativas, de nuevos instrumentos y herramientas. Ahora bien, toda esta serie de novedades creemos que tienen que estar impregnadas por una idea de trazos fuertes: EL TRABAJADOR SOCIAL EN UNA SOCIEDAD QUE ALGUNOS LLAMAN POSTMODERNA, OTROS POSTCAPITALISTA, OTROS TECNOLÓGICAMENTE AVANZADA, SIGUE SIENDO UN AGENTE DE CAMBIO SOCIAL.

Y la ciudadanía nos exige que lo seamos. Una ciudadanía que en sus últimas manifestaciones reclama unos cambios sustanciales a un sistema que está agotado.

Se revitaliza y adquiere un nuevo sentido la ética del cuidado, tanto hacia los ciudadanos como hacía nosotros mismos. Una ética que nos permita desarrollar en tiempos de malestares prácticas creativas e investigaciones que las avalen.

Una ética que tiene que caminar de la mano de la consolidación de nuevos enfoques y nuevas prácticas, innovaciones al fin y al cabo que sirvan para generar un caudal intelectual que desemboque en conductas proactivas.

Las distintas ponencias y comunicaciones, así como el resto de intervenciones que se han desarrollado a lo largo de estos días, han servido para afianzar y dar fuerza al lema con el que se configuró este congreso: SABEMOS, QUEREMOS Y PODEMOS.

Muchos de esos 1300 participantes, muchos de vosotros, habéis dado muestras en estos días de que sabéis lo que estáis haciendo, de que vuestra experiencia y conocimiento puede transferirse y compartirse, de que podemos cambiar una realidad adversa, y que deseamos construir un NOSOTROS marcado por el desafío ético y consciente de las elecciones que tenemos que tomar en nuestro vivir profesional.

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