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Castelló

Entrevista 8M: “El Trabajo Social se revela como una disciplina precursora, dando visibilidad a las desigualdades sociales y capaz, con su metodología privilegiada, de confrontarlas sin ambages”

martes 7 de marzo de 2023

Con motivo de la celebración del 8M, Día Internacional de las Mujeres, hablamos con Esther Jovani, trabajadora social y colegiada del COTS Castelló, sobre el binomio Trabajo Social y Feminismo, y el impacto de la desigualdad en el día a día de la profesión.

Castelló, 08/03/2023.- Hoy, 8 de marzo, se celebra el Día Internacional de la Mujer, bajo el lema ‘Por un mundo digital inclusivo: innovación y tecnología para la igualdad de género’. Con motivo de esta jornada, hemos mantenido una interesante conversación con Esther Jovani, trabajadora social y colegiada del COTS Castelló, sobre el impacto de la desigualdad en el día a día de la profesión, o el binomio Trabajo Social y Feminismo, sobre el que Esther Jovani avanza: “El Trabajo Social ha sido y es cuestión de mujeres, no solo por la mayor proporción de profesionales mujeres sino porque tanto en el quehacer profesional, son mujeres los sujetos destinatarios de la mayoría de nuestras intervenciones. Este hecho, constatado, nos ha de mantener despierta la consciencia de que el género, como construcción social, está directamente ligado al ejercicio profesional en cualquiera que sea nuestra vertiente o ámbito de actuación”.

Activista dentro del movimiento feminista desde siempre, Esther Jovani es trabajadora social de la Oficina de Denuncias y Asistencia a Víctimas de Violencia de Género del Palacio de Justicia de Castelló y atesora una larga trayectoria profesional en la lucha contra la violencia de género, donde empezó en 1986, siendo cofundadora pocos años después, en 1991, de la Coordinadora Estatal de Casas de Acogida.

Pregunta.- Esther, el compromiso con la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres es un eje transversal e histórico en la profesión de Trabajo Social ¿Cómo se plasma este compromiso en el día a día de la profesión, en las acciones profesionales como trabajadoras sociales?

Respuesta.- Sin poner en duda que haya existido la intención de convertir en eje transversal la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, lo de histórico lo dejaría en contemporáneo o, como mucho, en moderno.

Conocemos nuestros orígenes, nuestra herencia e historicidad, cuando desde el asistencialismo, la carga de la prueba de la necesidad o la carencia recae sobre las mujeres. Ellas han tenido que dar explicaciones sobre que no han hecho lo debido, lo que implica una mirada hegemónica respecto al imaginario de familia, tan ligada al mandato moral de la idea de la buena madre.

Sabemos que la carencia y la precariedad están directamente relacionadas con factores como la distribución colectiva de la riqueza, y del trabajo, tanto si hablamos de bienes materiales, culturales, valores o derechos humanos. Y no hay solución individual posible.

El trabajo social se revela como una disciplina precursora, dando visibilidad a las desigualdades sociales y, con su metodología privilegiada, confrontarlas sin ambages. Un colosal y valiente salto, con el que se ha de ganar predominancia científica, además de compromiso político y social. Captar la forma en que las mujeres experimentan, contextualizan y significan el mundo con su propia taxonomía, cuestionando cualquier forma en que el mandato de género se imponga o se reproduzca. Eso sí, esto implica, al tiempo, hacer conscientes cada una de nuestras actuaciones profesionales.

P.- El 8 de marzo es una fecha de celebración de todo lo logrado… ¿Qué se ha conseguido? ¿Y qué se ha conseguido en concreto desde el Trabajo Social?

R.- El 8 de marzo tiene su origen en la reivindicación de los derechos negados a las mujeres. Es una jornada de lucha por la igualdad, por la equidad y por la erradicación de un desequilibrio en el reparto de los bienes y de los valores entre todos los seres humanos. Si solamente fuera un día de celebración de todo lo logrado, sería un día festivo como el de la Inmaculada Concepción, por ejemplo.

El movimiento feminista ha conseguido situar sus causas en la agenda de los gobiernos. Sin importar su color el derecho al aborto en Francia fue iniciativa de un gobierno conservador, ya no pueden soslayar la patente desigualdad social.

Se hace necesario tratar los modos en que se caracterizan las relaciones de género en la producción del conocimiento. Si convenimos con Belén Lorente, cuando nos dice que los saberes no se gestan disociados de los sujetos que los producen, no cabe abstraerse de ello: la disciplina del trabajo social es una profesión gestada y producida por mujeres.

En la Asamblea General de la Federación Internacional de Trabajadores Sociales y de la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social (Australia, 2004), se aprobó una declaración sobre los principios éticos del trabajo social que incluían artículos constituyentes, principios, fundamentos epistemológicos y normativos sobre la ineludible perspectiva de género.

P. Pero el 8M también es una jornada para poner la mirada en las trabas para alcanzar una igualdad real y para alertar sobre la pervivencia de las desigualdades a las que están expuestas a diario las mujeres. ¿Qué falta por hacer? ¿Dónde están las trabas a la igualdad?

El diagnóstico está prácticamente consensuado, ampliamente estudiado, siendo inapreciables los pocos negacionistas entre los o las científicas sociales. De hecho, no se deja de mencionar la teoría o la perspectiva de género en todos los ámbitos sociales y a todos los niveles. Por cierto, desde la Academia ya está permitido sustituir el concepto de perspectiva de género por perspectiva feminista, que es donde reside realmente el origen y el sentido material de dicha unidad de análisis.

Una de las cosas que falta por hacer es ir diciendo las cosas por su nombre, con la carga ideológica y metodológica originaria, sin prejuicios, para el avance social. Nos queda todavía dejar de temer hablar de que cada profesional, disciplina o ámbito de actuación, trabaja con una u otra carga ideológica en su producción. La pretendida neutralidad profesional es una falacia, además de un oxímoron, y la perspectiva feminista ha llegado para quedarse.

La controversia, o dificultad como dices tú, está en la propuesta de solución. Ni en la premisa falta consenso, porque el frente legislativo dice que ya no solo tenemos los mismos derechos, si no habrá discriminación positiva allá donde las mujeres no lleguen, por costumbre, donde sí lo pueden hacer los hombres.

Leyes como la 3/2007 de 22 de marzo, sobre la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, que prevé investigar el impacto de género en todos los estamentos de la sociedad, son percibidas como un sesgo en detrimento de los privilegios hasta ahora masculinos. Por mi experiencia, no hay foro donde se ponga sobre la mesa el espíritu de la ley, en que alguno de ellos, sean amigos o colegas profesionales, en que no hagan referencia a la exageración en la supuesta sobreprotección de las mujeres, confundiendo la igualdad formal con la igualdad real del mismo modo que se confunde el concepto justicia con la administración de la ley.

Las trabas a la igualdad real entre los sexos, y a la equidad entre las personas, forman parte de un sistema patriarcal, cooperador necesario del neoliberalismo, que coadyuva a la manipulación discursiva, política y económica, persistiendo en la aculturación social de los documentados derechos humanos que nos asisten.

P.- ¿Qué implica la desigualdad y cómo se plasma este impacto en la labor de las y los trabajadores sociales?

La patente desigualdad real entre las mujeres y los hombres deviene en múltiples implicaciones para la intervención social. Con el sesgo de sexo, para comprobar cómo se manifiesta la sobrecarga de las mujeres y su grado de exposición personal ocupando la primera trinchera ante una crisis, cuando se manifiesta más cruda la necesidad de ayuda institucional. Son ellas a quienes se les cuestiona credibilidad, en primera instancia, solo en base a los prejuicios mencionados, obligándolas a conducirse de un modo predeterminado por las expectativas culturales que imperan. Porque los prejuicios personales también son prejuicios profesionales, y todas nos movemos dentro del mismo marco cultural y simbólico.

Además del acierto en la metodología y la firme disposición académica, la convicción política de muchas de nuestras teóricas y profesionales, no deja lugar a dudas que se está haciendo un gran esfuerzo por implantar la categoría analítica de género en el trabajo social.

P.- El binomio trabajo social y feminismo es… ¿necesario?, ¿indisociable?, ¿lógico? ¿Por qué?

Con tu permiso, me atrevo a decir que ese binomio es, o debería ser, consustancial.

La inmensa mayoría de nuestras intervenciones se relacionan, directa o indirectamente, con mujeres. Como demandante primaria, aunque para necesidades de otros, como víctima de la iniquidad patriarcal en cualquiera de sus manifestaciones, incluso como interlocutora de las reclamaciones de ámbitos sociales como el barrio o la comunidad educativa, las profesionales de lo social topamos cada día con la responsabilidad de discernir sobre el lugar que las mujeres se encargan de ocupar en cada crisis de necesidad. Desconocer la perspectiva feminista, en nuestra profesión, nos convierte en auxiliares o administradoras sin contenido teórico-ontológico, ni distintivo deontológico en nuestro dictamen profesional.

El Trabajo Social ha sido y es cuestión de mujeres, no solo por la mayor proporción de profesionales mujeres sino porque tanto en el quehacer profesional, son mujeres los sujetos destinatarios de la mayoría de nuestras intervenciones. Este hecho, constatado, nos ha de mantener despierta la consciencia de que el género, como construcción social, está directamente ligado al ejercicio profesional en cualquiera que sea nuestra vertiente o ámbito de actuación.

Contamos con una profesión de privilegio, porque el trabajo social se nutre de la realidad material, con lo que genera nuevas teorías que ya otras disciplinas han incardinado en sus respectivos postulados.

Esther Jovani es trabajadora social de la Oficina de Denuncias y Asistencia a Víctimas de Violencia de Género del Palacio de Justicia de Castelló.
Vicepresidenta de IVMED, está especializada en mediación penal y civil. También es responsable del área de violencia de género de la Asociación Profesional de Criminología de la Comunidad Valenciana y Licenciada en Criminología.
Agente de igualdad, forma parte del colectivo feminista ‘En clave de Mujer’ de Castelló.
Ha sido asesora del Instituto de Desarrollo e Investigación de la Fiscalía General de la República de Cuba desde 1995 al 2002 y profesora colaboradora en Criminología y en Trabajo Social en la VIVO (Universidad Internacional de Valencia).

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