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Castelló

Entrevista Día del Orgullo LGTBIAQ+

miércoles 28 de junio de 2023

“El trabajo social con las familias se centra en atender las necesidades de todo el núcleo. Acompañamos en el proceso de aceptación de la orientación y la identidad, mientras se ofrecen al menor herramientas de comunicación más efectivas y resolución de dudas en diversidad”

Hoy, Día Internacional del Orgullo LGTBIAQ+, abordamos junto a profesionales del servicio Orienta el papel que juega el Trabajo Social dentro del colectivo. Sus herramientas de intervención social. Los avances conseguidos y los retos pendientes

Castelló, 28/06/2023 – La Ley Valenciana de Igualdad de las Personas LGTBIAQ+ aprobada en noviembre de 2018, preveía la puesta en marcha de un servicio público que atendiera la realidad y las necesidades de este colectivo y avanzara en la promoción de la defensa de sus derechos y en la lucha contra la discriminación que puedan sufrir en el ámbito social, rural, cultural, laboral, sanitario y educativo.

Este es el objetivo con el que nació Orienta, la oficina integral LGTBI de la Generalitat Valenciana, que cuenta una delegación en Castelló y que ofrece un servicio integral de ayuda y recursos para que las personas LGTBI puedan hacer frente a las dificultades a las que enfrentan. Hoy, Día Internacional del Orgullo LGTBIAQ+, abordamos junto a dos profesionales del Trabajo Social que desarrollan su labor en Orienta, el importante papel que juega el Trabajo Social dentro del colectivo. Sus herramientas de intervención social. Los avances conseguidos y los retos pendientes.

Pregunta.- Desde el TS se contempla la diversidad como un valor social que hay que defender. La diversidad sexual y de identidad de género forman parte de esa diversidad global que hoy se reivindica. ¿Hay barreras que la hacen invisible todavía? ¿Cuáles son?
Respuesta.- Se ha avanzado mucho en visibilidad en los últimos años en España. Pero este avance no es igualitario en todo el territorio español, pues en municipios, aldeas o zonas rurales la invisibilidad y, con ello, la discriminación, es mucho mayor. Esta es una de las razones por las que las personas del colectivo LGTBIAQ+ migran a ciudades más cosmopolitas, el llamado ‘sexilio’. Buscan una mayor aceptación, una red de apoyo, más oportunidades y el privilegio de ‘ser un individuo más’ para dejar de ser la diferencia, la otredad. Otra de las barreras es la falta de educación sexual integral y, específicamente, en diversidad sexual y de género en las instituciones educativas.

P.- El Día Internacional del colectivo LGTBI reivindica este año la igualdad y la visibilidad de las familias LGTBI bajo el lema ‘Abrazando la diversidad familiar: iguales en derechos’. ¿Qué intervención social se realiza desde Orienta con las familias LGTBIAQ+?
R. Desde Orienta, el trabajo social con las familias se centra en atender las necesidades de todo el núcleo familiar. La demanda principal está relacionada con la necesidad de acompañamiento y orientación en el proceso de aceptación de la orientación y de la identidad. Si la persona lo solicita, o bien es el equipo quien detecta que hay una carencia psicoeducativa en cuestiones relacionadas con el colectivo LGTBI, se realiza una labor de desmitificación de prejuicios. Si detectamos barreras o dificultades en los progenitores para aceptar las decisiones de sus hijas, hijos e hijes en el desarrollo de su identidad y orientación, desde el Trabajo Social se realiza un acompañamiento familiar, a la vez que se interviene con el menor ofreciendo herramientas de comunicación más efectivas y resolución de dudas en materias de diversidad.

Además de la demanda principal, normalmente las usuarias acuden a Orienta con otras cuestiones relacionadas con el contexto socioeconómico. O bien las plantean en la primera atención, o surgen a medida que avanza la intervención. Desde el Trabajo Social es esencial realizar una exploración completa para poder desarrollar un plan de intervención integral y adaptado a sus necesidades.

P.- La de hoy es una jornada para conquistar derechos y lograr la igualdad real y efectiva del colectivo LGTBI+ en todos los ámbitos de la sociedad. Entre los avances figura la aprobación de la Ley Trans y LGTBI+ ¿Qué ha supuesto?
R.- En primer lugar, nos gustaría destacar los años de lucha incansable del colectivo trans y LGTBI para conseguir una igualdad en derechos a las personas cis-heterosexuales, muchos de los mismos plasmados por fin en la nueva ley. Entre ellos, la despatologización de las personas trans al eliminar, por un lado, la obligatoriedad de tener un diagnóstico (disforia de género, clasificado en el DSM) y por otro, el sometimiento a un tratamiento hormonal, ambos requisitos anteriores a la presente ley para acceder al cambio registral. Otro avance contemplado es el reconocimiento de autodeterminación de nuestra propia identidad como individuos (nombre y sexo) sin que el paternalismo del estado interfiera en la decisión y sin la obligatoriedad de los requisitos anteriores (hormonación y diagnóstico).

Esto se traduce en que muchas personas no se vean sometidas a un proceso de hormonación, ni tengan que arrastrar un diagnóstico clínico para poder acceder a la modificación registral.
“El sistema nos pretende iguales bajo el paraguas de los estereotipos normativos sexo/género”. La ley abre una grieta en el encasillamiento del binomio hombre-mujer y la estereotipación, tan perjudicial, asociada. Permite acercarnos como sociedad a una consideración del ser humano más plural, diversa, profunda y real.

En segundo lugar, otro avance en derechos para el colectivo LGTBIAQ+, focalizado fundamentalmente en las maternidades de las mujeres lesbianas y personas gestantes que motiva la ley, es permitir la filiación no matrimonial. Hasta ahora, sólo se preveía la filiación en caso de existencia de matrimonio a diferencia de las parejas de heterosexuales.

P.- A pesar de los logros, ¿sigue existiendo LGTBIfobia en la calle, en la escuela, en el mundo laboral, en las administraciones?
R.- A pesar de haber avanzado en la inclusión gracias a los cambios legislativos y sociales, la LGTBIfobia sigue latente en el día a día. Y puede agravarse cuando la persona incumple los estereotipos tradicionales en cuanto a su expresión de género, por ejemplo, en su forma de vestir. Atendemos a personas que, al romper las normas de género, son víctimas de violencia en la calle, o se encuentran con otro tipo de barreras, como dificultades en el acceso al empleo, o prejuicios en la atención sociosanitaria o en el centro educativo.

Desde el Trabajo Social es fundamental dar las herramientas para que las personas sean capaces de reconocer cuándo sufren un acto de discriminación por ser parte del colectivo y pidan ayuda, pues una de las consecuencias de la LGTBIfobia interiorizada es asumir como propia una responsabilidad y/o culpabilidad por resultar incómodo a la sociedad y, por tanto, asumir ser diana de violencias. Como trabajadoras sociales, acompañamos en el malestar, realizamos la derivación al servicio que corresponda y damos estrategias de resolución de conflictos.

P.- ¿Qué problemáticas o discriminación, desde tu experiencia, siguen afrontando las personas LGTBI+?
R. Actualmente la demanda principal que se afronta desde el Trabajo Social en Orienta es el acompañamiento a personas migrantes LGTBI+. Estas personas huyen de sus países, donde la discriminación que sufren por ser del colectivo es mayor que en España, y generalmente corren peligro de vida si siguen allí.
Asesoramos y acompañamos a dichas personas, creando red con otros organismos sociales para asegurar y garantizar su bienestar, intentando cubrir sus necesidades básicas.

Por desgracia, todavía nos vemos obligadas a recordar que la igualdad y la no discriminación es un principio jurídico universal, reconocido como un derecho fundamental en nuestro ordenamiento jurídico y plasmado en el artículo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Ser una persona ‘diversa’, como lo puede ser una persona lesbiana, una persona racializada, una persona sorda o con diversidad funcional y pretender los mismos derechos, tener acceso a los mismos recursos y servicios, no es cuestión política, es cuestión humana. Y nos hemos cansado de pedir por favor, ahora es una exigencia, es nuestro derecho. Se debe hacer un trabajo de profunda reflexión para que, como sociedad, nos demos cuenta de que la normatividad no es lo común ni la mayoría, que la sociedad es diversa en sí misma. Y todas en algún momento de nuestras vidas, podemos formar parte de algún grupo social que históricamente ha estado vulnerabilizado.

En el colectivo LGTBI nos encontramos en un período de avance legislativo, pero debido al esfuerzo de visibilización continua, de alzar la voz y no auto-silenciarnos, también somos objeto de violencias por parte de aquellos que fomentan el odio y todavía se creen que por el simple hecho de encontrarse encasillado en la categoría cis-hetero blanco, merece más derechos y privilegios.

A pesar de encontrarnos respaldadas por la ley actual, a las personas que formamos parte del colectivo nos toca vivir parte o toda nuestra vida auto-revisándonos y realizando un trabajo de comprensión con nosotras mismas de una LGTBIfobia interiorizada, consecuencia de la violencia o LGTBIfobia externa recibidas. Esta culpabilidad que arrastra el colectivo, producto de la violencia históricamente recibida, es lo que nos lleva a asumirnos como víctimas, a no responder cuando recibimos insultos e incluso a no denunciar cuando somos víctimas de un delito de odio. Esto lleva aparejada una infra-denuncia. La ley actual prevee y pone en marcha distintos tipos de actuación frente a actos discriminatorios, pero debemos motivar la denuncia para que dicho procedimiento se aperture. El buen acompañamiento de las profesionales del Trabajo Social es fundamental para que la persona se sienta respaldada y cuidada en el proceso.

P.- ¿Cómo enfrentarse a los delitos de odio contra la diversidad sexual y la identidad de género? ¿Y cómo hacerlo en concreto desde el TS?
R.- Desde el TS es importante, en primer lugar, crear un espacio de seguridad donde la persona pueda acudir y expresar sus necesidades. Creando un ambiente de confianza y escucha activa, se promoverá que la persona sea capaz de explicar la situación vivida. Tras la recogida de información y acompañamiento en el malestar producto del relato, se realiza derivación al asesor jurídico, figura encargada de explicar el procedimiento legal a seguir. Actualmente contamos con una amplia red de recursos especializados en la atención a la discriminación y contra los delitos de odio, como el servicio IgualaT de la Generalitat o el Equipo REDO de la Guardia Civil. Con ambos servicios realizamos trabajo en red para procurar una atención integral y de calidad a las víctimas.

P.- ¿Por qué se hace necesaria la intervención social desde el TS con el colectivo LGTBI+?
R.- Es necesario ofrecer una atención integral y de calidad a las personas del colectivo LGTBIQ+. Para ello, la base es el Trabajo Social donde, al realizar una profunda exploración, se detectan sus necesidades que conforman su estado de bienestar y proceder a trabajar con ellas. Muchas de las dificultades que se encuentran se deben a su orientación o identidad, por lo que es importante tener en cuenta que pertenecer a este colectivo en la actualidad, aún puede provocar el aumento del riesgo de exclusión en una persona.

P.- ¿Qué herramientas ofrece la profesión y sus profesionales en beneficio de las personas LGTBI+?
R.- Se ofrece un espacio de seguridad, donde en muchos casos las personas pueden expresar quiénes son realmente. La posibilidad de crear red con sus iguales, compartir experiencias y dar y recibir apoyo mutuo. También hacemos una labor importante en psicoeducación en diversidad a familias, allegados y a la propia persona. Acompañamos en los procesos de aceptación de la orientación y la identidad. Ofrecemos una amplia red de recursos sociales con otros organismos que facilitan a la persona cubrir sus necesidades en todas las áreas.

P .- Según el informe ‘Mayores LGTBI: Historia, lucha y memoria’, elaborado por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales, solo un 4% de mayores LGTBI hace uso de recursos públicos sociales, muy lejos del 46 % de la población mayor general. ¿El envejecimiento para las personas mayores LGTBI sigue siendo un desafío aún mayor que para las personas más jóvenes? ¿Veis diferentes realidades/problemáticas en función de la edad?
R.- Las personas mayores son el sector poblacional al que más cuesta llegar desde Orienta. Por ello realizamos en equipo una labor de contacto con servicios de atención a personas mayores y establecemos reuniones periódicas con los profesionales. Una de las realidades y preocupaciones más dolorosas del colectivo LGTBI es la soledad en la vejez. En el periodo histórico anterior en el que vivían, estaban regidas bajo la ‘ley de vagos y maleantes y de peligrosidad criminal’, cuyo texto contemplaba una serie de reproches jurídicos por la orientación sexual del colectivo LGTBI. Expresarte como una persona LGTBI en la calle podía hacer que te encarcelasen. Esta realidad ha influenciado en el desarrollo de la vida y en la psicología de estas personas, obligadas a permanecer en el armario durante años. Por ello muchas de ellas se veían abocadas a la soledad, en el caso de poder librarse del matrimonio.

La atención que merecen las personas mayores, especialmente si forman parte de cualquier grupo vulnerabilizado, como es el que nos ocupa, es superlativo. Son personas que han pagado sus impuestos, que han aportado su trabajo y su esfuerzo a nuestra sociedad y que durante gran parte de sus vidas no han podido acceder a los mismos derechos que las personas cishetero, como por ejemplo el matrimonio. Como trabajadoras sociales, procuramos una atención adaptada a sus necesidades, entre otras cuestiones, contactando con los profesionales de los centros de día para fomentar la creación de espacios seguros, pues muchas veces, cuando estas personas acuden a servicios públicos, se produce lo que se conoce como una “vuelta al armario”. Si no perciben de una manera abierta y clara por parte de los profesionales que están protegidas por los mismos, que pueden expresarse libremente, se ven obligadas a fingir la heterosexualidad.

P.- La de hoy es una jornada para conquistar derechos y lograr la igualdad real y efectiva del colectivo LGTBI+ en todos los ámbitos de la sociedad. Entre los avances figura la aprobación de la Ley Trans y LGTBI+ ¿Qué ha supuesto?
R.- En primer lugar, nos gustaría destacar los años de lucha incansable del colectivo trans y LGTBI para conseguir una igualdad en derechos a las personas cis-heterosexuales, muchos de los mismos plasmados por fin en la nueva ley. Entre ellos, la despatologización de las personas trans al eliminar, por un lado, la obligatoriedad de tener un diagnóstico (disforia de género, clasificado en el DSM) y por otro, el sometimiento a un tratamiento hormonal, ambos requisitos anteriores a la presente ley para acceder al cambio registral. Otro avance contemplado es el reconocimiento de autodeterminación de nuestra propia identidad como individuos (nombre y sexo) sin que el paternalismo del estado interfiera en la decisión y sin la obligatoriedad de los requisitos anteriores (hormonación y diagnóstico).

Esto se traduce en que muchas personas no se vean sometidas a un proceso de hormonación, ni tengan que arrastrar un diagnóstico clínico para poder acceder a la modificación registral. “El sistema nos pretende iguales bajo el paraguas de los estereotipos normativos sexo/género”. La ley abre una grieta en el encasillamiento del binomio hombre-mujer y la estereotipación, tan perjudicial, asociada. Permite acercarnos como sociedad a una consideración del ser humano más plural, diversa, profunda y real.

En segundo lugar, otro avance en derechos para el colectivo LGTBIAQ+, focalizado fundamentalmente en las maternidades de las mujeres lesbianas y personas gestantes que motiva la ley, es permitir la filiación no matrimonial. Hasta ahora, sólo se preveía la filiación en caso de existencia de matrimonio a diferencia de las parejas de heterosexuales.

P.- A pesar de los logros, ¿sigue existiendo LGTBIfobia en la calle, en la escuela, en el mundo laboral, en las administraciones?
R.- A pesar de haber avanzado en la inclusión gracias a los cambios legislativos y sociales, la LGTBIfobia sigue latente en el día a día. Y puede agravarse cuando la persona incumple los estereotipos tradicionales en cuanto a su expresión de género, por ejemplo, en su forma de vestir. Atendemos a personas que, al romper las normas de género, son víctimas de violencia en la calle, o se encuentran con otro tipo de barreras, como dificultades en el acceso al empleo, o prejuicios en la atención sociosanitaria o en el centro educativo.

Desde el Trabajo Social es fundamental dar las herramientas para que las personas sean capaces de reconocer cuándo sufren un acto de discriminación por ser parte del colectivo y pidan ayuda, pues una de las consecuencias de la LGTBIfobia interiorizada es asumir como propia una responsabilidad y/o culpabilidad por resultar incómodo a la sociedad y, por tanto, asumir ser diana de violencias. Como trabajadoras sociales, acompañamos en el malestar, realizamos la derivación al servicio que corresponda y damos estrategias de resolución de conflictos.

P.- ¿Qué problemáticas o discriminación, desde tu experiencia, siguen afrontando las personas LGTBI+?
R. Actualmente la demanda principal que se afronta desde el Trabajo Social en Orienta es el acompañamiento a personas migrantes LGTBI+. Estas personas huyen de sus países, donde la discriminación que sufren por ser del colectivo es mayor que en España, y generalmente corren peligro de vida si siguen allí.
Asesoramos y acompañamos a dichas personas, creando red con otros organismos sociales para asegurar y garantizar su bienestar, intentando cubrir sus necesidades básicas.

Por desgracia, todavía nos vemos obligadas a recordar que la igualdad y la no discriminación es un principio jurídico universal, reconocido como un derecho fundamental en nuestro ordenamiento jurídico y plasmado en el artículo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Ser una persona ‘diversa’, como lo puede ser una persona lesbiana, una persona racializada, una persona sorda o con diversidad funcional y pretender los mismos derechos, tener acceso a los mismos recursos y servicios, no es cuestión política, es cuestión humana. Y nos hemos cansado de pedir por favor, ahora es una exigencia, es nuestro derecho. Se debe hacer un trabajo de profunda reflexión para que, como sociedad, nos demos cuenta de que la normatividad no es lo común ni la mayoría, que la sociedad es diversa en sí misma. Y todas en algún momento de nuestras vidas, podemos formar parte de algún grupo social que históricamente ha estado vulnerabilizado.

En el colectivo LGTBI nos encontramos en un período de avance legislativo, pero debido al esfuerzo de visibilización continua, de alzar la voz y no auto-silenciarnos, también somos objeto de violencias por parte de aquellos que fomentan el odio y todavía se creen que por el simple hecho de encontrarse encasillado en la categoría cis-hetero blanco, merece más derechos y privilegios.

A pesar de encontrarnos respaldadas por la ley actual, a las personas que formamos parte del colectivo nos toca vivir parte o toda nuestra vida auto-revisándonos y realizando un trabajo de comprensión con nosotras mismas de una LGTBIfobia interiorizada, consecuencia de la violencia o LGTBIfobia externa recibidas. Esta culpabilidad que arrastra el colectivo, producto de la violencia históricamente recibida, es lo que nos lleva a asumirnos como víctimas, a no responder cuando recibimos insultos e incluso a no denunciar cuando somos víctimas de un delito de odio. Esto lleva aparejada una infra-denuncia. La ley actual prevee y pone en marcha distintos tipos de actuación frente a actos discriminatorios, pero debemos motivar la denuncia para que dicho procedimiento se aperture. El buen acompañamiento de las profesionales del Trabajo Social es fundamental para que la persona se sienta respaldada y cuidada en el proceso.

P.- ¿Cómo enfrentarse a los delitos de odio contra la diversidad sexual y la identidad de género? ¿Y cómo hacerlo en concreto desde el TS?
R.- Desde el TS es importante, en primer lugar, crear un espacio de seguridad donde la persona pueda acudir y expresar sus necesidades. Creando un ambiente de confianza y escucha activa, se promoverá que la persona sea capaz de explicar la situación vivida. Tras la recogida de información y acompañamiento en el malestar producto del relato, se realiza derivación al asesor jurídico, figura encargada de explicar el procedimiento legal a seguir. Actualmente contamos con una amplia red de recursos especializados en la atención a la discriminación y contra los delitos de odio, como el servicio IgualaT de la Generalitat o el Equipo REDO de la Guardia Civil.

Con ambos servicios realizamos trabajo en red para procurar una atención integral y de calidad a las víctimas.

P.- ¿Por qué se hace necesaria la intervención social desde el TS con el colectivo LGTBI+?
R.- Es necesario ofrecer una atención integral y de calidad a las personas del colectivo LGTBIQ+. Para ello, la base es el Trabajo Social donde, al realizar una profunda exploración, se detectan sus necesidades que conforman su estado de bienestar y proceder a trabajar con ellas. Muchas de las dificultades que se encuentran se deben a su orientación o identidad, por lo que es importante tener en cuenta que pertenecer a este colectivo en la actualidad, aún puede provocar el aumento del riesgo de exclusión en una persona.

P.- ¿Qué herramientas ofrece la profesión y sus profesionales en beneficio de las personas LGTBI+?
R .- Se ofrece un espacio de seguridad, donde en muchos casos las personas pueden expresar quiénes son realmente. La posibilidad de crear red con sus iguales, compartir experiencias y dar y recibir apoyo mutuo. También hacemos una labor importante en psicoeducación en diversidad a familias, allegados y a la propia persona. Acompañamos en los procesos de aceptación de la orientación y la identidad. Ofrecemos una amplia red de recursos sociales con otros organismos que facilitan a la persona cubrir sus necesidades en todas las áreas.

P .- Según el informe ‘Mayores LGTBI: Historia, lucha y memoria’, elaborado por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales, solo un 4% de mayores LGTBI hace uso de recursos públicos sociales, muy lejos del 46 % de la población mayor general. ¿El envejecimiento para las personas mayores LGTBI sigue siendo un desafío aún mayor que para las personas más jóvenes? ¿Veis diferentes realidades/problemáticas en función de la edad?
R .- Las personas mayores son el sector poblacional al que más cuesta llegar desde Orienta. Por ello realizamos en equipo una labor de contacto con servicios de atención a personas mayores y establecemos reuniones periódicas con los profesionales. Una de las realidades y preocupaciones más dolorosas del colectivo LGTBI es la soledad en la vejez. En el periodo histórico anterior en el que vivían, estaban regidas bajo la ‘ley de vagos y maleantes y de peligrosidad criminal’, cuyo texto contemplaba una serie de reproches jurídicos por la orientación sexual del colectivo LGTBI. Expresarte como una persona LGTBI en la calle podía hacer que te encarcelasen. Esta realidad ha influenciado en el desarrollo de la vida y en la psicología de estas personas, obligadas a permanecer en el armario durante años. Por ello muchas de ellas se veían abocadas a la soledad, en el caso de poder librarse del matrimonio.

La atención que merecen las personas mayores, especialmente si forman parte de cualquier grupo vulnerabilizado, como es el que nos ocupa, es superlativo. Son personas que han pagado sus impuestos, que han aportado su trabajo y su esfuerzo a nuestra sociedad y que durante gran parte de sus vidas no han podido acceder a los mismos derechos que las personas cishetero, como por ejemplo el matrimonio. Como trabajadoras sociales, procuramos una atención adaptada a sus necesidades, entre otras cuestiones, contactando con los profesionales de los centros de día para fomentar la creación de espacios seguros, pues muchas veces, cuando estas personas acuden a servicios públicos, se produce lo que se conoce como una “vuelta al armario”. Si no perciben de una manera abierta y clara por parte de los profesionales que están protegidas por los mismos, que pueden expresarse libremente, se ven obligadas a fingir la heterosexualidad.

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